jueves, 17 de mayo de 2012

Ralandalf (El Pasajero de las Sombras)




Sombras desde siempre ahogadas
Descorred la bruma del abismo
Y dejan descender mi plegaria
Sombras desde siempre ahogadas
Oíd el susurro de mi aliento
Que sea para vuestro sosiego alimento
Sombras para siempre ahogadas
Alzad el rostro en tristeza difuminado
Y destella la luz en el eterno castigo.
El sortilegio fluyó desde algún vacío interior, atravesó mi brazo izquierdo y penetró el lago como fresca ondina de agua plateada. Muy profundo tuvo que viajar mi espíritu convertido en aliento, para que se escuchase el sortilegio a oídos de los tres jueces antiguos. Un gesto desabrido aprobó con un viento frío que continuásemos camino. Las manos espesas se deslizaron por nuestros cuerpos y se perdieron lentamente en las profundidades de la mojada tierra.
Cuando el emisario nos dio la ruta del pantano, realmente no esperaba tener que tratar con los guerreros fantasma. Desafiantes dijimos que si a la ruta del emisario. Ante el peligro no es posible meditar, si queremos visionar, debemos ante todo afrontar. La cerveza negra hizo su oscuro efecto y cuando me vi; ya iba empapado hasta los pelos de agua y fantasmas.
Un poco más adelante Wesonth tuvo un repentino ataque de locura al ver una cabaña con un viejo custodiando su entrada. Pensar en pasar la noche allí y, la alarma disparada en la cabeza del caballero. La locura de éste hombre no radica tanto en el decir sus previsiones, sino, en la fuerte convicción que él tiene de que nunca le creemos. El delirante Wesonth pronunció palabras sabias y el viejo antes de permitirnos pasar la noche en su cabaña, nos ha presentado un acertijo.
Ominia vulnerant
Póstuma Necát
De no ser por la desquiciada razón de Wesonth, mi patética falta de memoria y el desinterés de los elfos por el tiempo, habríamos descubierto el misterio de aquel misterioso acertijo.
El viejo con cara frustrada nos pide que sigamos caminando. Nosotros arrastramos el hambre burlada con los lentos y pesados pies del cansancio. Ahora corremos pues por mi espina dorsal danzó la voz del oscuro espíritu de los demonios caídos. Una voz manada desde la cabaña, grita por su alimento, un aullido que se pierde a nuestras espaldas. Ahora solo corremos.

Visitar la sombra de un ave de tal envergadura para litigar su cuerpo contra el peñasco deja la mente agotada y las sombras difuminadas por cualquier brizna de viento. Debo abandonar las sombras y dejar de  ser yo mismo, ahora simplemente Rallandalf ausente de las sombras y, descubrir que por todo el cuerpo se escurren pedazos de mierda alada. Debería tener el ánimo arriba después de comer un ave reptiliana de tres metros de  y unos 500 kilos de carne y hueso. Pero a pesar de aquella batalla contra la naturaleza y un buen asado de carne fresca. Debo lamentar con furia a mi miseria y la perdida de la primera palantir.
Cuando abandono las sombras a causa de un furor exacerbado, debo dejarme en manos de mi juvenil ego que maldice y se contradice… Me quejo de la ignominiosa voz de Awrien que desperdició uno de mis conjuros más poderosos con su voz gangosa,  se excusan sus ojos de dragón al no poder leer fluidamente las runas plasmadas por mi mano.
Ulmo señor de las aguas
Manwé, señor de los aires
Convocamos las palabras del viento
A través de la mística concha
Que llegue a vuestros húmedos oídos
La melodía del laúd
Señor del maná vital
De vos es la vida más elemental
Postramos el rostro al suelo
Implorando tu bondad
Magnifica sea el agua que rodea tu presencia
Iluminado sea el mar cobijo de tu ser
Soy Awrien la que ve con ojos de dragón
Él es Alborati quien con su vos canta tus deseos
Aquel anciano es Rallandalf lleva años nadando las sombras
Y el humano Wesonth que para su desgracia lee el viento
Anhelamos aquel tesoro
Que pronto aliviane nuestros males
Imploro la preciada piedra que devuelva mi memoria
Y te obsequio mi pureza.

Así aulló Awrien ¡Un conjuro desperdiciado! es como tirar al lodazal una existencia de más o menos veinte años. Maldigo los cantos ridículos de esos cuatro cuervos y su infernal quejido. En futuras ocasiones no contemplaré siquiera la posibilidad de abusar de mi poder y os convertiré en sapos, parias, sujetos impíos. Maldigo de nuevo, una tonada de sapos es más melodiosa que la voz de Awrien.
Retornaré a las sombras ahora que he descansado; ya lo podrido ha explotado. ¡Ea caros compañeros! sigamos de camino que aún quedan dos excelentes palantirias.


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